La transformación digital se ha puesto de moda, pero existen buenas y malas transformaciones digitales. Vamos a poner un ejemplo con el modelo de pasaporte Covid:

La Administración catalana nos permite generar un código QR a partir de la información recogida en La Meva Salut. Esto es digital, efectivamente. Nosotros nos lo descargamos en nuestro móvil, pero, como a veces no sabemos encontrar cosas importantes cuando más nos urge, se lo mandamos por whatsapp a nuestra pareja, para tenerlo a mano. Después nos lo piden en el bar-desayunos. Lo buscamos y se lo enseñamos al camarero, Pepe; y Pepe, con una App que lee códigos QR, verifica que ese QR corresponde a la persona X y que su situación inmunitaria es acorde con lo establecido a día de hoy. Pero no hemos terminado. El segundo paso es garantizar que X soy yo y para esto mostramos el DNI. Como Pepe, el del bar-desayunos, es muy avispado, realiza una comparación 1:1 entre mi cara de antes de desayunar con la mascarilla puesta y la foto del DNI que ni sacamos de la billetera de piel y que está medio borrosa, con hologramas por encima y escala de grises. Esa foto que parece de ficha policial. Con una mirada certera a los ojos, Pepe me ofrece el primer café del día.

Está claro que las Administraciones tienen mucho camino por recorrer para que la transformación digital permita a Pepe leer desde su móvil una acreditación digital mía que tengo en mi eWallet del móvil. Acreditación que no me voy a descargar 20 veces y saturar el sistema informático de la Administración, además de desperdigar información personal en base a un QR que cualquiera puede leer.

Sin embargo, gracias al BLOCKCHAIN, existen formas más seguras y efectivas de ofrecer al ciudadano el control de sus datos. De esta forma, yo, como ciudadano y garante de mis datos, decido a quién cedo mis datos personales y revoco su acceso cuando quiero; puedo trazar todos los accesos a Mis datos y puedo acreditar biométricamente mi identidad sin necesidad que sea Pepe quien deba tener una capacidad de reconocimiento facial. Podemos delegar a una máquina esta verificación con un solo paso sin almacenar ningún dato y dando un acceso a mi identidad digital de forma segura, cifrada y sin intervención humana.

Entonces sí podríamos hablar de transformación digital y garante del control soberano de la identidad de cada uno. De lo contrario, lo que hacemos es digitalizar, que no es lo mismo y, por si acaso, me lo llevo impreso en la cartera que lo encuentro seguro.